De mi gran amigo, Fernando D´Sandi:
Siempre se espera, pero se vive desesperado… (De mi libro SIN TUMBA Y SIN ADIÓS, Febrero 2023) Fernando D’Sandi Fernando D’ Sandi Oficial Los días inician con el sabor amargo en la boca, una cama revuelta por otra noche más de ansiedad, de pensamientos oscuros, de lágrimas y llanto ahogado en la almohada. No obstante, la luz del nuevo día pareciera atizar el fuego de la esperanza: un nuevo día se siente como una nueva oportunidad de que este día sea «el bueno». Las fuerzas parecen renovarse un poco, los rezos se pronuncian con un toque de súplica y exigencia. Y así, entre las actividades cotidianas, las personas que viven la angustia de su ser amado desaparecido, intentan incorporarse a la rutina de la vida, una vida que se siente dolorosamente distinta, vacía, hueca; pero el motor de que la espera de ese día rinda el fruto de encontrar o tener noticias del paradero de la persona ausente, da el empuje apenas suficiente para continuar aunque sea «arrastrando la cobija». Pendientes de cualquier mensaje en el móvil, atentos a las infames noticias de los medios, visitando las instancias judiciales a cargo, incluso realizando una búsqueda en lo propio, como sea, donde sea, la espera se convierte en un proyecto de vida que parece abarcarlo todo: encontrar al que no está. Así la espera se aviva por el resto del día, con una inyección de adrenalina que alcanza para al menos una supervivencia y funcionalidad básica. Pero las horas pasan, las actividades normales concluyen, y la casa comienza a ser invadida por la penumbra de la noche, mientras que el alma también comienza a nublarse… Un día más sin saber, sin conocer, sin tener pista o rastro del que está perdido. Así llega la noche, la vuelta a la habitación, convertida en centro de operaciones, pero también en el único refugio seguro para romperse de nuevo, sintiendo el desazón de un día sin frutos, sin resultados, solo extrañar y extrañar, de suspirar y ahogar el sollozo de una espera que se diluye en un día más que se acumula al fardo pesado de los días, semanas, meses o años en que nada se ha sabido del que no está y no se encuentra. Así se transita esta existencia compleja, turbia y dolorosa de la desaparición: siempre se espera, pero se vive desesperado. Quiero ayudarte un poco, al menos a que esta espera sea comprendida, validada y acompañada, contenida en el amor, la paciencia y la conciencia. Se trata de apoyarte para que esta espera sea un poco más leve, más productiva, más resiliente. Espero contigo, te acompaño en esta espera… No se si signifique algo para ti, pero por eso me ofrezco en corazón y espíritu en este libro, para que al menos tu espera tenga alguna palabra o acción sugerida… Juntos estamos esperando. Te entiendo, lo vivo contigo: siempre se espera, pero se vive desesperado…
Jaime Gómez escritor 